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METODOLOGÍA PIANÍSTICA

 

     

    Mi experiencia como docente durante estas tres últimas décadas, han ido labrando y esculpiendo poco a poco mi forma de llevar y hacer llegar al alumno la música a través del conocimiento y del dominio del arte pianístico.

 

     Usar una sola metodología sería encorsetar a lo que debería ser una doctrina abierta a las necesidades específicas de cada alumno; la metodología que éste entienda, la que le sea fácil, cómoda, práctica y eficiente.

 

     A pesar de esta observación, en general parto de un patrón común para todos los alumnos basado en la experimentación motora-sensorial y, quedando marcado por la naturalidad tanto en el gesto como en la expresión.

 

     Naturalidad en el gesto para superar cualquier problema mecánico- técnico que pueda presentarse en el texto musical. Y naturalidad en la expresión para poder comunicar y plasmar emociones de una forma directa y clara tanto sobre el corazón del intérprete como sobre los corazones de los oyentes.

 

     Una de las máximas que tengo siempre presente para el dominio técnico del instrumento es la siguiente:

 

     "A pesar de la dificultad y de la complejidad técnica de la pieza que interpretemos, sobre el público deberemos generar la impresión que no nos cuesta trabajo"

 

     Si conseguimos plasmar esta impresión, iremos por muy buen camino.

 

     Para ello, en mis explicaciones sobre técnica utilizo movimientos musculares que se presentan en nuestra vida cotidiana. Movimientos que han sido aprendidos de una forma natural y sin forzar la mente. Los alumnos experimentan y reflexionan sobre estas sensaciones fuera del teclado, para finalmente plasmarlas sobre los distintos pasajes de las obras pianísticas que se estén trabajando o aprendiendo.

 

     Así de esta manera, las explicaciones y órdenes que se necesitan dar para la resolución de un pasaje son las mínimas, evitando así una sobrecarga mental durante el estudio y la interpretación.

 

     En el aspecto expresivo creo firmemente que todo alumno en mayor o menor grado la suficiente capacidad expresividad para poder interpretar una obra musical. Todos tienen ese potencial expresivo y para un docente lo más cómodo es pensar que hay que nacer con ese talento expresivo, y que sólo unos pocos son los elegidos. Sin embargo, mi experiencia me ha demostrado que esa capacidad es inherente al ser humano.

 

      Con algunos alumnos quizás haya que trabajar algo más, pero todos pueden llegar a comunicar.

 

     Como herramientas principales para la enseñanza de la expresión, tenemos al gesto, la respiración, y el ritmo interno de las emociones y las cosas. Cada carácter y emoción necesita un gesto concreto en la interpretación. A menudo, en cada gesto también se encuentra la resolución mecánica y técnica del pasaje, por lo que técnica y expresividad van de la mano al estar estrechamente relacionadas.

 

     Huyo de las interpretaciones excesivamente sobrias en gestos pues sin éstos, no habrá carácter y por tanto no habrá expresión ni comunicación. Pero siempre evito la tan temida "sobreactaución". El gesto justo en el momento preciso. Por ejemplo: no podremos expresar un carácter enérgico sin un gesto acorde que acompañe.

 

     La respiración es otro elemento fundamental para entender la declamación del texto, y consecuentemente entender lo que estamos tocando.

 

     El ritmo interno de cada carácter y emoción es lo que hace que el gesto sea más rápido o más lento. No es igual el ritmo interno del cariño al de la ira. Sus gestos correspondientes son diferentes tanto en tempo como en forma.

 

     Dentro de mi ámbito metodológico, dejo abierta la puerta de la inspiración y de la improvisación, dependiendo de las necesidades del cada alumno o de los problemas que se presenten a resolver.

 

     

 

    

 

 

 

     

 

 

   

    

 

 

  

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